Cejudo,
sudoroso por el estrés causado al educar jóvenes dependientes de las tendencias
y la vida social; voz resonante y grave, ojeras, cabello largo (así lo ha
preferido siempre, contaba el), joven aunque acabado gracias a la labor que escogió,
ser maestro. Entraba cada tarde a clases con un nuevo aire, quizás pensando en
que ese día si podría enseñar matemáticas a personas que en realidad quisieran
aprenderlas, mas no, solo fuera una materia más que hay que tomar, por obligación.
Olvide apuntarlo, era matemático, en esencia, de aquellos que durarían horas
discutiendo el por qué las matemáticas son el motor del mundo entero. Digno
egresado de la universidad madre en la pedagogía, "educadora de
educadores", la Universidad Pedagógica Nacional.
Tuve el
placer de conocerlo en la etapa más escandalosa de mi vida, Como Ulises en la Ilíada,
con la frente en alto entra a la batalla, considerando que no es una batalla
con espadas y agresiones físicas; más bien, es un salón lleno de adolecentes
interesados en conocer sus cuerpos, interesados en las marcas que dan
tendencia, en la música de moda y entre muchas cosas más, en las suelen estar
divagando los adolescentes y hasta la misma redactora de estas cuatro palabras.
Era mi enemigo mortal, desde el primer instante en el que me dijo: "Niña,
en mi clase no se duerme". Fue pasando años tras año, y como a toda
persona la madures se iba acercando, más que un enemigo empecé a verlo como un
apoyo, como un amigo, como un papa, como el mejor profesor de mi vida.
El último
año en el colegio, me permitió conocerlo más, detrás de toda esa
imponencia y poder que expone en cada clase, también hubo un adolecente, como
lo era yo en ese momento; un adolecente que necesito alguna vez una voz de
aliento, la misma que él me estaba brindado. Día a día me enamore de su labor,
me enseño que ser maestro era la forma de arreglar un poco el mundo tan desquiciado
en el que vivimos, y aun mas, me enseño que no cualquier persona tiene el don
de aplicar y enseñar las matemáticas, ya que, hay que comprender las, como a un
niño rebelde y tenerles paciencia como al amor. Hoy en día Me preparo con mucho
empeño para ser maestra, una maestra de matemáticas, como lo es el, llegar a
ser la mejor maestra de la vida de alguno de mis alumnos.
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